Para muchas personas, la ortografía es un tema incómodo. Para mí, solo una oportunidad para hacer un uso correcto del lenguaje. No es un secreto que García Márquez, el gran escritor colombiano ganador del Nobel de Literatura 1982, criticara duramente la ortografía, como bien denota en el discurso del Congreso Nacional de la Lengua Española en Zacatecas. Y es que afirma que: «nuestra contribución no debería ser la de meterla en cintura, sino al contrario, liberarla de sus fierros formativos para que entre en el siglo 21 como Pedro por su casa». Asimismo, lanza un grueso dardo contra los usos asentados para denostar en contra de las reglas ortográficas al decir: «Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haces rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y la jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revolver con revólver...»
Se puede escuchar el fragmento donde declara en contra de la ortografía
en el minuto 6:15.
El autor de la monumental Cien Años de Soledad ha despotricado contra las normas y usos tradicionales del lenguaje en un ambiente de académicos e intelectuales. Démosle un aplauso por ser lo suficientemente valiente como para emitir su opinión sin reparos, así ésta sea objeto de polémica, porque, ¿hasta qué punto podemos considerar los argumentos de García Márquez en un mundo donde son tan frecuentes las faltas ortográficas, sobre todo en estos tiempos donde vivimos la revolución de la inteligencia e internet impera en los aspectos fundamentales del entramado social? ¿Realmente es aconsejable «jubilar la ortografía» y cambiar totalmente el lenguaje en aras de una nueva visión de la comunicación escrita, e ignorar las normas que mantienen a salvo a los lingüistas, literatos, académicos, para difuminar los límites entre la ignorancia y el conocimiento? Personalmente no lo creo. Pienso que es importante romper las normas, ir contra lo establecido y trastocarlo todo: solo de ese modo el mundo podrá cambiar y evolucionar. Sin embargo existen ciertos códigos que requieren un orden, porque «dentro del caos hay un orden por descifrar»; y no podríamos haber inventado el lenguaje sin esos códigos que en un principio eran invisibles para luego cristalizarse en palabras y oraciones coherentes. Siguiendo la lógica de García Márquez, también tendríamos que cambiar el orden de las consonantes y vocales, y terminar por reinventar el idioma, lo cual sería una labor titánica. Creo que ciertos parámetros son necesarios, así como el cuerpo requiere alimento para sobrevivir, el alma necesita de la música, de la poesía, del Arte para alimentarse; y el lenguaje necesita de la ortografía para consolidarse. No me considero una persona acartonada, de hecho he roto -y sigo rompiendo- muchas normas sociales en mi vida; simplemente creo que le tomé cariño a las tildes oportunas, a la hache prudente, a la jota genuina, a la ge auténtica, a todo aquello que representa el arte de escribir correctamente en la época actual. Quizás García Márquez propone una revolución más intrincada de lo que podemos imaginar. De cualquier manera, siempre habrá espacio para la controversia; porque la polémica es suficientemente interesante como para seguir investigando. Nos aguardan muchos secretos.
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García Márquez
agosto 17, 2017
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